Hacía bastante tiempo que no escuchaba un pleno del ayuntamiento, necesitaba desintoxicarme un poco de la política, sobretodo después de la última campaña electoral, pero al llegar a mi conocimiento que el día 1 de febrero se realizaba el pleno en el que se debatían el presupuesto municipal, pensé que ya era hora que, de nuevo, volviera a escuchar un debate entre nuestros políticos, los de nuestra ciudad.
Y parecía que todo fluía por los caminos normales del debate, ICV hablando del recorte en todo lo relacionado con el servicio a las personas, el PSC poniendo de relieve la incongruencia de CiU al confeccionar unos presupuestos del año 2008 calcados casi párrafo a párrafo, con matices, respecto a los del año 2007 en que CiU tanto enfatizó con la incompetencia del anterior equipo de gobierno para confeccionarlos y ejecutarlos; con ERC sin saber todavía donde está, si en la oposición o al lado de CiU, ya que depende de ella en algunos asuntos (que con el tiempo se irán viendo), y no quiere salir trasquilada antes de que se resuelvan a su favor y con el representante del PP releyendo, y aburriendo al respetable con todos los datos, uno a uno, que ya había dado el concejal de hacienda y escuchándose a si mismo, oyendo su propia voz, sin aportar ninguna idea ni discurso político al debate (no sea que se enfade CiU).
En fin, todo parecía normal hasta que el portavoz del PSC se atrevió a mencionar varios de los proyectos que empezaron en la anterior legislatura y a los que CiU se había opuesto con dureza, con mentiras y con todos los medios que tenía a su alcance. Y fue alguno de estos proyectos: el nuevo hospital de Martorell y la residencia para la gente mayor, los que hicieron saltar en el alcalde Esteve una chispa que, sino de inteligencia, si sirvió para “fundirle los plomos” y propició que realizara una intervención en la que tergiversó situaciones, frases y palabras, mintió e insultó a varios concejales socialistas que habían estado en el gobierno de la anterior legislatura.
Y mientras iba escuchando las palabras del alcalde Esteve, iba también escuchando, de fondo, la protesta de los concejales del PSC a los que Esteve dirigía sus insultos, que se consideraban dañados e insultados por él y que culminó cuando Esteve, incapaz de poner orden en el pleno y sin querer rectificar sus excesos y sus frases ofensivas para varios miembros del consistorio, no dudó ni un momento en mostrar sus dotes de “ordeno y mando” y reclamar la presencia de la fuerza pública, en este caso la guardia urbana, para que expulsara del pleno a los concejales socialistas que protestaban por las palabras que estaba profiriendo el alcalde Esteve, (afortunadamente la guardia urbana no apareció con lo que demostraron que tenían más sentido común que el que les daba la orden).
Y mientras tanto el jaleo en el pleno continuaba. Y continuó hasta que el Esteve agachó la cabeza y rectificó su decisión, que no sus palabras, de echar del pleno al concejal socialista y a duras penas calmó las protestas para así, rápidamente, acabar la sesión para que todo el mundo se fuera a su casa.
Y entonces empecé a sentir vergüenza de que una persona como el nos represente, me represente a mí, ante los otros municipios de Catalunya y España, me represente ante la Generalitat de Catalunya y ante el Gobierno de España, y que sea mi alcalde.
Su impotencia para razonar, su prepotencia al hablar y su falta de medida y tono al expresar su discurso, nos podrían indicar que tenga ciertas carencias que puedan dificultar el ejercicio efectivo de su función pública, propiciando un relevo que, por su edad, ya tiene bien ganado.
El oír aquellas palabras, públicas y puntualmente recogidas a través de Radio Martorell, en boca de una persona ya entrada en años, con un currículum político a sus espaldas, sino brillante si largo, y que ha culminado cuando los alcaldes de los pueblos en los que gobierna la derecha de CiU lo han escogido como su representante, me inundó de tristeza y de pesadumbre.
¡Vaya alcalde tenemos! Parece que ya no se acuerda de la infamante campaña “salvem l’hospital” con la que arrasó con pegatinas a toda la ciudad (todavía en la vila he visto alguna medio escondida entre otros carteles del ayuntamiento que están pegados en las paredes (¿Dónde está la sanción por conducta incívica al ensuciar las paredes de nuestro municipio?, ¡Ah, si! Me olvidaba que el encargado de las sanciones es su hijo –y dicen que heredero para la próxima legislatura–).
Por esto quiero acabar con un párrafo que escribió en El Periódico el pasado 14 de febrero un escritor, un hombre que a su edad (ya ha pasado con exceso de los setenta) continúa dando lecciones de sentido común, me refiero a Josep María Espinàs y cito textualmente: “La grolleria ja no és anecdòtica. És una infecció que s’extén pel cos polític. Jo, confiat durant anys, no me n’havía vacunat. I, ja ho veuen, ara estic decaigut.”
Ya veis, lectores del blog, per això estic tant fotut.
jueves, 28 de febrero de 2008
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